¡Madre,
ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz
de Dios y su llamada. Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo
de nuestra tierra y confiando en su promesa. Ayúdanos a dejarnos tocar por su
amor, para que podamos tocarlo en la fe. Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a
creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando
nuestra fe es llamada a crecer y a madurar. Siembra en nuestra fe la alegría
del Resucitado. Recuérdanos que quien cree no está nunca solo. Enséñanos a
mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino. Y que esta
luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin
ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
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