MISTERIOS DE
LA MISERICORDIA DEL SANTO ROSARIO
Que
los siguientes pasajes evangélicos, textos del P. José Kentenich y meditaciones
que nos hablan de la misericordia del Padre, nos ayuden a profundizar en lo qué es la misericordia y a
vivir a partir de ella. Queremos entrar en este Jubileo de la Misericordia de
la mano de María: “El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la
Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que
todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María
ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida
fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del
Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque
participó íntimamente en el misterio de su amor”. (Bula Jubileo
de la Misericordia, Papa Francisco)
ORACIÓN PREPARATORIA
Danos
la gracia de captar con el corazón, lo
que el rosario nos habla, lo que los misterios nos proponen, y según eso
conformar lo que hacemos o evitamos. Sumérgenos en el mar de amor, del cual el
Rosario nos da a beber en abundancia; enciende nuestra débil voluntad de
sacrificio con el ardiente amor de Cristo y de María. (Hacia el
Padre, P. José Kentenich)
1º misterio de la misericordia: La parábola del Hijo Pródigo
"Estando él todavía lejos, le vio su
padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente"( Lc
15, 20) Dios
es un Padre que al atardecer sale al horizonte con la esperanza de que cada uno
de sus hijos vuelva a casa, especialmente espera a los que se sienten más
alejados y están más atormentados. En esta parábola, Jesús, el Hijo, nos
muestra tal como es Dios su Padre y con qué ansia y entrañas de misericordia
nos espera para abrazarnos y hacer fiesta cuando el hijo que estaba perdido ha
vuelto sano y salvo a casa. “¡Feliz aquel que
tiene un hogar y puede ser hogar para muchos! …Millones de hombres, hoy sin
hogar, claman por un hogar espiritual. Debiéramos estar tan arraigados en Dios
y –si fuera necesario- tan desarraigados de la tierra, como para ofrecer hogar
a muchos” (P. J. Kentenich, Que surja el hombre nuevo)
2º misterio de la misericordia: La multiplicación de los panes y los peces
"Siento
compasión de esta gente" (Mc 8, 2)
Jesús con este milagro nos muestra otra dimensión de su misericordia, ya que
tras la predicación, con una delicadeza casi maternal, piensa en que se ha
hecho muy tarde y que la multitud está lejos para llegar a zonas pobladas donde
pudieran conseguir alimento, y por tanto no quiere que pasen hambre, y por eso
hace el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, por compasión de
la gente y con su colaboración. Las entrañas de misericordia de Dios abarcan no
sólo nuestra necesidad del Perdón, del consuelo y del amor, sino también las
necesidades de sustento y materiales para tener una vida digna y en particular
que los padres puedan sacar adelante y educar dignamente a los hijos y personas
a su cargo. “Lo más importante es no tomar atajos;
aprendan de los santos. Sólo cuando se supieron amados extraordinariamente por
Dios, comenzaron a transitar las sendas de la santidad heroica. Por eso, yo
también tengo que poner mucho énfasis en las misericordias de Dios, ‘nadar’ en
las misericordias de Dios, repasar gota a gota ese mar de misericordias
divinas. Mi ocupación favorita será exclamar siempre: ¡cuánto me amas, Dios mío!
¡Me amas como a la pupila de tus ojos!” (P. J.
Kentenich, 1937)
3º misterio de la
misericordia: La mujer adúltera
"Tampoco
yo te condeno, vete y en adelante no peques más" (Jn 8,11) El
perdón misericordioso de Jesús está en primer plano en este pasaje evangélico,
donde la masa ya había juzgado a la mujer que cometió adulterio y quería
lapidarla. Tantas veces juzgamos tan apresurada y superficialmente a los demás,
y los lapidamos aunque sea en nuestro interior. Pero Jesús se enfrenta a esta
turba de gente sin misericordia, y cuando les dice “el que esté libre de pecado
tire la primera piedra”, se van retirando uno a uno…... Y entonces, mira con
amor a la mujer agradecida y arrepentida, salvada, y le concede con cariño el
perdón y la anima a cambiar de vida, a la conversión. “A la larga solamente podremos soportar la
experiencia de la pequeñez si simultáneamente tenemos la vivencia de la entrega
a un Tú grande. Por consiguiente, casi podemos decir: la vivencia de la pequeñez
debe ser completada por la vivencia de la grandeza. Ésta es precisamente la
gran realidad; que yo pierda totalmente mi centro de gravedad. Esto quiere
decir, debo trasladar mi centro de gravedad fuera de mí. Cuánto tiempo
necesitamos hasta que nos hemos perdido en un tú, hasta que el tú haya llegado
a ser el centro de mi ser, de mi vida, de mi actuar; hasta que el tú determine
realmente mi sentimiento de vida. Mirad, cuando el tú, cuando Dios es el centro
de gravedad, recién entonces comprenderán lo que quiere decir: la infancia
espiritual consiste en la pequeñez y en la grandeza. En la experiencia del
desamparo, pero también en la experiencia de la dependencia y de la adhesión”.
(P. J. Kentenich, 16.02.1950)
4º misterio de la misericordia: El buen ladrón
"Te
aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lc 23, 39-43)
La misericordia de Dios espera hasta
el último suspiro, como nos muestra este pasaje evangélico, en el mismo ocaso
de la vida de Jesús, en la crucifixión, junto a los dos ladrones, es tiempo de
gracia, de conversión, de experimentar la misericordia de Dios. El buen ladrón,
tiene la franqueza de reconocer que su muerte es justa, pero no la de Jesús, y
ese reconocimiento de sus faltas, de su pecado y de la inocencia de Jesús, es
suficiente para que el Señor le perdone y le prometa el paraíso. Hasta el
último rincón del planeta y hasta el último momento la misericordia del Señor
está dispuesta a regalarnos la salvación, el mismo cielo, si nosotros nos
abrimos y reconocemos nuestros pecados e imploramos la salvación del Señor que
pende en la cruz, precisamente por nuestros pecados y para darnos la salvación.
“En la pequeñez radica pues el secreto de
nuestra grandeza. La pequeñez condiciona y despierta nuestra grandeza en Dios.
Por eso, humildad, entrega, confianza. ¡Todo lo puedo en aquel que me
conforta!” (P. J. Kentenich, 18.02.1950)
5º misterio de la
misericordia: Institución del Sacramento de la
Reconciliación
“Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen
los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan
retenidos.” (Jn 20, 22-23) La
misericordia de Dios que está tan presente en la vida y gestos de Jesús, se
prolonga para siempre en su Iglesia, depósito de la gracia y de las
misericordias de Dios, especialmente en sus sacramentos. El perdón
misericordioso de Dios está presente en forma sacramental en la confesión o
sacramento de la reconciliación, instituido por el mismo Jesús Resucitado en
medio de los apóstoles y su Iglesia naciente. Este tesoro llega por sucesión apostólica
hasta nuestros días, así que la Puerta de la Misericordia, que en este jubileo
extraordinario queremos resaltar y destacar, está y estará siempre abierta en
la sencilla puerta de un confesionario, donde a través del sacerdote el
mismísimo Señor nos aguarda para abrazarnos con la misericordia, el amor
incondicional de un Dios que nunca se cansa de perdonar. “Soy humano y nada de lo humano me es ajeno.
Este antiguo aforismo latino nos da pie para ver qué hacemos con nuestras
debilidades. ¿Cómo tenemos que comportarnos? Tenemos cuatro respuestas
negativas y cuatro positivas: Es importante en primer lugar, no asombrarnos de
que nos pase esto; en segundo lugar, no confundirnos; en tercer lugar, no
desanimarnos; y en cuarto lugar, ni acostumbrarnos ni quedarnos sin luchar en
el estado en el que nos encontramos. De esta manera, Dios quiere hacer de
nosotros un milagro de humildad, un milagro de confianza, un milagro de
paciencia y un milagro de amor”. (P. J. Kentenich, Conferencias de
Milwaukee, 1963
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