viernes, 28 de octubre de 2011

El ano del santuario oct 2011 a octubre 2012

Movimiento de Schoenstatt Trujillo – 18 de octubre de 2011

“Querida Familia:

En este mes de octubre la Familia internacional de Schoenstatt cierra una etapa en su preparación al centenario de la Alianza de Amor. El año del Padre nos llevó a centrarnos en la persona del fundador, en su búsqueda de la voluntad de Dios que culminó el 18 de octubre de 1914, en su entrega paternal a los primeros, en su servicio a la libertad y la autoeducación de los que le fueron confiados.

Y en este octubre de 2011 se abre una nueva etapa en el camino al Jubileo del 2014: es el año del Santuario. Este año nos convoca a redescubrir lo central del carisma de Schoenstatt: el Santuario como lugar de Alianza y fuente de gracias. El tránsito de un año del Padre a un año del Santuario es natural y evidente. Porque fundador y Santuario son inseparables. Podemos afirmar que el Padre Kentenich fundó el Santuario, pero a su vez también el Santuario fundó al Padre Kentenich. Su vida personal y su acción pastoral estuvieron marcadas por la profunda fe en la presencia de María en ese lugar concreto.

Tres frases del P. Kentenich expresan cuánto le significó el Santuario y nos pueden acompañar en este año: “Quien me busque me hallará en el Santuario”. Allí está su hogar, a ese lugar pertenece, allí encuentra arraigo y cobijo. Porque allí mora María, madre siempre presente y educadora siempre actuante. El Santuario no es lugar de paso sino verdadero hogar. Regala experiencias de Tabor, lugar donde se está bien y donde brilla el rostro del Señor.

“Sin Santuario no hago nada”, frase repetida por el fundador en nuestra Patria cuando instaba a las Hermanas de María y al entonces pequeño Movimiento a que construyeran un Santuario. Allí mora “la gran misionera”. Ella es capaz de obrar grandes milagros. Es preciso ayudarla, ser sus instrumentos aptos y generosos. Allí hay que conducir a los hombres para que se encuentren con la “pedagoga del Evangelio”, la que como nadie enseña los valores del Evangelio.

“A la sombra del Santuario se ayudará a decidir los destinos de la Iglesia y del mundo”. Una frase dicha por primera vez en 1929, expresión de fe en una promesa y desafío hacia el futuro. En 1914 el Padre Kentenich no fundó una capillita acogedora para personas dedicadas a la auto-santificación, sino que quiso un lugar de peregrinación abierto a todos, donde corazones jóvenes se dejan educar para ser discípulos de Jesucristo y se dejan enviar para llevarlo a los pueblos y a las culturas de este mundo. Los santuarios son “antenas permanentes de la Buena Nueva”, afirmaba Juan Pablo II en el Ángelus del domingo 12 junio de 1992. Las antenas receptan las ondas. El Santuario está para receptar los signos del amor de Dios en la propia vida y en los sucesos del tiempo (gracia del cobijamiento), para captar sus deseos y dejarse interpelar por su voluntad que invita al crecimiento y a la conversión (gracia de la transformación interior). Las antenas transmiten las ondas. Lo recibido como don se transforma en tarea, hay que llevarlo a los demás (gracia del envío apostólico). Los Santuarios cumplen su misión si son verdaderos centros de evangelización, si generan personas y comunidades al servicio de los demás.

En los múltiples Santuarios marianos, afirma el Papa Juan Pablo II, «no sólo los individuos o grupos locales, sino a veces naciones enteras y continentes buscan el encuentro con la Madre del Señor, con la que es bienaventurada porque ha creído; es la primera entre los creyentes y por esto se ha convertido en Madre del Emmanuel. Éste es el mensaje de la tierra de Palestina, patria espiritual de todos los cristianos, al ser patria del Salvador del mundo y de su Madre. Éste es el mensaje de tantos templos que en Roma y en el mundo entero la fe cristiana ha levantado a lo largo de los siglos. Éste es el mensaje de los centros como Guadalupe, Lourdes, Fátima y de los otros diseminados en las distintas naciones, entre los que no puedo dejar de citar el de mi tierra natal, Jasna Gora. Tal vez se podría hablar de una específica "geografía" de la fe y de la piedad mariana, que abarca todos estos lugares de especial peregrinación del pueblo de Dios, el cual busca el encuentro con la Madre de Dios para hallar, en el ámbito de la materna presencia de "la que ha creído", la consolidación de la propia fe». (Juan Pablo II, Encíclica “La Madre del redentor”, 25 de marzo de 1987, N° 28)

Querida Familia, en este año del Santuario estamos llamados a buscar allí el encuentro con María para consolidar la propia fe, como lo hizo el fundador durante toda su vida. Y para ser enviados desde allí a construir una familia en este mundo dividido y sin hogar. La Mater nos repite también hoy aquellas amorosas y motivadoras palabras: “Pruébenme con hechos que me aman realmente y que toman en serio su propósito. Ahora tienen para ello la mejor oportunidad”. (18 de octubre de 1914, 1º Acta de Fundación)

Desde el Santuario, unidos en la Alianza, P. Reinaldo Nann

Santa Teresita II

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“AÑO DE LA CORRIENTE DEL SANTUARIO”

Santa Teresita del Niño Jesús en la enseñanza del Padre José Kentenich (II)


El 18 de noviembre del 2011 las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús visitarán el Santuario de Schoenstatt de Trujillo. Preparémonos espiritualmente para recibir esta gracia.

El P. Kentenich y Teresita de Lisieux II

(En: Niños ante Dios. Editorial Nueva Patris)

Santa Teresita –en quien ustedes con tanto gusto espigan– armonizó en su manera de vivir la infancia espiritual: “Soy una pelotita con la que Dios juega” 12. Traten también ustedes de ser un juguete de Dios, y verán que no es un camino fácil, sino que enciende el heroísmo más elevado. Y ustedes, que son una comunidad joven, deben apuntar hacia ese heroísmo. Si no inscriben el ideal de la filialidad sobre su bandera, entonces no sé cómo forjarán un mundo nuevo. Sólo quien sea un niño sencillo podrá edificar un mundo nuevo. Recuerden entonces que la infancia espiritual es un caminito, pero difícil y “grande”. Naturalmente hay que saber desde qué punto de vista el camino es grande y desde cuál otro es pequeño.

“Existe una infancia espiritual íntegra que ha tenido un proceso de maduración. Pueden estudiar esta última variedad de infancia espiritual en la vida de Santa Teresita. A menudo se malinterpreta totalmente a esta santa. Su infancia espiritual era de un vigor extraordinario. Cuando una mujer siente una fuerte inclinación hacia algo, todo la impulsará hacia esa meta; quien conozca la psicología femenina lo sabe muy bien. Pero volviendo a la santa de Lisieux, se cuenta que a veces experimentaba un deseo imperioso de ir a ver a sus superioras. Este apego era en sí algo sano; pero ella quería educarse en la austeridad. ¿Qué hacía entonces? En una oportunidad, subiendo ya la escalera para ir adonde estaba la superiora, se aferró de pronto al pasamanos y exclamó: “¡No iré allí!”. 10

La infancia espiritual íntegra es la cumbre de la entrega y de la abnegación. Es una infancia espiritual acrisolada y depurada en la dura lucha de la vida. La infancia espiritual probada y abnegada es por excelencia y antonomasia donación de sí mismo. Si aplican esto a la infancia espiritual puramente sobrenatural, ella se hace sinónimo de santidad heroica.”

A esta luz se entiende mejor aquella otra imagen similar de Santa Teresita del Niño Jesús: “Soy como una pelotita de Dios... ”6. Aquí tienen otra referencia al chico que juega, o mejor dicho, al Padre que juega. El Padre es la medida de las cosas; El puede hacer lo que quiera con su hijo, para eso es el Padre. ¿Qué soy yo? Una pelotita con la que El juega. Reflexionen sobre la profunda abnegación que entraña esta actitud: hoy en la palma de su mano, mañana quizás en el lodo, u olvidada en el sótano y final­mente tomada y tratada con todo cariño. Mediten este tipo de entrega a Dios... ¿Se dan cuenta entonces de lo que significa ser un hijo del Padre? En la filialidad está la solución de los problemas más graves de la vida; no en los discursos brillantes, sino sólo en decir “sí” con sencillez, ya sea que se nos trate como pelota vasca o como pelota de fútbol... no sé cual de ellas reciba el trato más duro.

Santa Teresita, contemplen el testimonio que la santa de Lisieux nos da en este punto. ¿Qué diría ella sobre el riesgo de la infancia espiritual, del decir sí, de la fe viva en la Divina Providencia? Tengo la impresión de que conocía ya todos estos términos. Además de ellos, Santa Teresita utiliza otro que entraña toda una ascesis, pero que no se entiende tan fácilmente. En efecto, ella nos hablaría de ser víctima de la misericordia3.

Permítanme hacer una breve exégesis de estas últimas palabras. Quizás hemos oído hablar frecuentemente de “víctima de la justicia”, y nos formamos la imagen de un Padre del Cielo más o menos cruel y sanguinario, un Dios sediento de venganza que exige víctimas; ha sido agraviado en su justicia y quiere víctimas expiatorias: “Se enfurece el mar y clama por una víctima”4. Así se enfurecería el Padre del Cielo –según la imaginación de algunos– y por eso los hombres se vuelven a El diciéndole: “Sí, Padre, es cierto, te hemos ofendido gravemente, Tú debes tener tu víctima expiatoria; pero deja ir a los demás, yo haré expiación por ellos”.

Víctima de la justicia... Una víctima tal tiene su plena razón de ser, pero Santa Teresita nos habla en realidad de víctima de la misericordia. ¿Qué significa esto? Que la persona sacrifica a la misericordia divina todos sus derechos. La víctima de la misericordia sabe que nuestras buenas obras, realizadas en estado de gracia, nos dan derecho a una recompensa. Sin embargo no echa mano de ellas, no se aferra a ellas. Cuando la víctima de la misericordia pone su confianza en el amor de Dios, cifra todo derecho en la misericordia de Dios.


  • Lo que está necesitando la Iglesia de hoy es el programa que Teresa del Niño Jesús nos propone: su caminito de infancia espiritual. A lo que menos nos resignamos es a ser niños. Ya somos muy mayores. Y diremos con voz llena de soberbia que hemos llegado a la mayoría de edad. Hacernos niños…
  • Pero hacernos niños supone dar un golpe mortal a la soberbia en que se está destruyendo la vida humana. Dar valor a las cosas pequeñas. Porque no son las cosas las que tienen valor sino el amor con que están vivificadas. Dios no necesita nuestras deslumbrantes obras, nuestras retóricas huecas... Lo que Dios busca es nuestro amor.
  • Es el amor por lo pequeño, el cuidado de lo más opaco, la atención a las cosas más insignificantes, que son las que constituyen en mayor número la vida humana, lo que hay que hacer y además, hacerlo por amor de Dios.

TERESA DE LISIEUX: LA “PRIMERA SCHOENSTATTIANA”, … dijo el P. José Kentenich, para quien el espíritu de filialidad es el carisma central de la Obra de Schoenstatt.

Preguntas para reflexionar:

  1. Cuando me entrego totalmente a Dios – como una pelotita- me puedo sentir como la niña de sus ojos, pero también abandonado y olvidado. ¿Cuáles son tus experiencias?

  1. ¿Qué dificultades tienes en el camino de la infancia espiritual y que te ayuda a superarlas?

Santa Teresita visita a nuestro santuario I

Teresita de Lisieux en Misión por el Perú

A iniciativa de la familia carmelitana y en el marco del centenario de la llegada de los carmelitas Descalzos, “las Reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús”, visitarán el Perú desde setiembre a noviembre del 2011. Santa Teresita nos motivará a conocerla y a descubrir el Evangelio vivo de su doctrina, basada en el amor y la confianza.

Sus Reliquias son memoria viva de una vida que sigue labrando el terreno de nuestra existencia, aún después de su partida. Ella trascendió en su obra, en su misión de vida y en su actitud contemplativa, demostrándonos que la vida a más allá de toda dimensión de cuerpo. En todos os lugares sus reliquias han sido acogidas por multitudes. Numerosas gracias han acompañado todos los viajes y se ha reavivado entre los fieles el sentido de identidad cristiana y de pertenencia a la Iglesia Católica.

Oración en la Visita al Perú de las Reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús

¡Oh Dios, que has prometido tu Reino

A los humildes y sencillos!

Te bendecimos porque nos llenas de alegría con la

Visita a nuestro Perú de las Reliquias de Santa Teresita el Niño Jesús.

Ella con un cuerpo frágil como el nuestro,

Se sintió lanzada a velas desplegadas

Por los mares de la confianza y del amor:

Ayúdanos a emprender también nosotros

El “caminito” a la santidad que ella nos enseñó.

Ayúdanos a comprender que hemos nacido para el

Amor; para ser como ella, en el Corazón de la Iglesia, el amor.

Que su presencia entre nosotros,

Bendiga a nuestras familias, enseñe el amor verdadero a nuestra juventud, conforte a quien sufre, acompañe a los sacerdotes en su vida y ministerio, traiga abundantes vocaciones a su Carmelo y a toda la Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

“AÑO DE LA CORRIENTE DEL SANTUARIO”

Santa Teresita del Niño Jesús en la enseñanza del Padre José Kentenich

El 18 de noviembre del 2011 las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús visitarán el Santuario de Schoenstatt de Trujillo. Preparémonos espiritualmente para recibir esta gracia.

1. La Infancia Espiritual

El P. Kentenich insistía mucho, que nos tenemos que hacer niños ante Dios. Es algo difícil en un mundo donde pocos pueden hacer la experiencia humana de un papá bueno. El que ama a María como a su Madre, también se siente más hijo de Dios. Nuestro P. Fundador, encontró en Santa Teresita, un ejemplo de alguien que sabía amar a Dios como un niño, sabía dejarse ayudar y guiar por Él. No importa tanto nuestro esfuerzo, sino el amor del Padre, que nos engrandece. En el libro “La santificación de la vida diaria” dice en la p. 44:

El lenguaje sencillo y expresivo de Santa Teresita ha encontrado imágenes acertadísimas. Una vez habla del ascensor de la santidad. Ella se encuentra abajo, al pie del monte de la perfección, como un niño pequeñito, con firme confianza: “…yo quería subir a la cumbre, pero me es imposible”. ¿Qué hace? Extiende sus brazos y pide a su Padre de allá arriba que venga por ella. Y el Padre la levanta en sus brazos omnipotentes y la eleva como en un ascensor, y no solo hasta las gradas del trono, no, sino hasta su mismo corazón divino.

O habla de la escalinata de la santidad. Es una escalinata alta y ella está al pie como un niño pequeñito. Sin cesar trata de subir gateando, pero se cae y resbala. ¿Cómo llegará arriba? Sus incesantes tentativas, pero también sus ruegos y plegarias llenas de confianza, fuerzan el corazón de Dios; Dios la recoge y la sube arriba; ella solo tiene que asirse fuerte y cooperar. ¿No desempeña en todo esto la acción de Dios el papel principal? ¿Y no existe al mismo tiempo una intensa actividad propia? Santa Teresita no confiesa un quietismo inmóvil; ella también pone de su parte su trabajo, pero no considera ni aprecia muy altamente este trabajo propio. Santa Teresita estaba vacía de sí misma.


2.Capital de gracias

Santa Teresita sufría muchas veces en silencio y lo ofrecía a Dios:

“Por el sufrimiento se salvan más almas, que por los más brillantes sermones” Sta Teresita en: La santificación, p.126

Santa Teresita refiere de sí misma: “Una santa religiosa de la comunidad tenía antes el don de desagradarme en todo. Pero me apliqué a hacer por aquella hermana lo que hubiera hecho por la persona más querida. Cada vez que la encontraba, rogaba a Dios por ella ofreciéndole todas sus virtudes y meritos. Conocía que esto agradaba mucho a mi Jesús. Procuraba además hacerle cuantos favores podía; y si me asaltaba la tentación de responderle de modo desagradable, me daba prisa en dirigirle una cariñosa sonrisa, intentando desviar la conversación. Muchas veces, cuando la tentación era demasiado violenta y podía esquivarla sin que ella lo advirtiera, huía como un soldado desertor. –En esto, me dijo ella un día con aire de gozo: “Hermana Teresa del Nino Jesús, ¿quiere decirme que atractivo halla en mi? ¡No encuentro una sola vez sin que me dirija su más graciosa sonrisa!” en: La santificación p. 21

Preparémonos a su visita a Trujillo, reflexionando:

1. ¿En qué situaciones me esfuerzo mucho, sin lograr casi nada? ¿Cómo puedo dejarme levantar por el Padre Dios en esta situación?

2. ¿Qué sufrimiento puedo entregar a Dios y para qué?

3. ¿Qué persona me desagrada? ¿Qué puedo hacer por ella, siguiendo el ejemplo de Santa Teresita?